domingo, 9 de noviembre de 2008

Incómodos

La palabra es desconcertante. La película juega con lo absurdo, lo imprevisible, lo ridículo. Juega con la monotonía, por momentos, insoportable. Pero hace reír hasta la médula. Dos hombres y una mujer, que no se sabe bien qué relación los une. Un viaje a Miramar, el pánico al dentista, una docente mitómana de arbolitos de navidad, y el chiste de un horóscopo. En un colage de incoherencia, avanza el relato. En el medio, mi ex profesor de teatro, Iván Moschner, que no cambió en nada. Los mínimos gestos de su cara exageran el sentido y hacen estallar al primer plano. Para no ser menos, el público en una sala de cine casi vacía, llena de risas de los pocos que estábamos. Qué manera de reírme. Altamente recomendable para los amantes de las sorpresas y el surrealismo.


viernes, 10 de octubre de 2008

Nicolás Casullo

Sociales está de duelo, y no es para menos. Tomar una clase con Nicolás Casullo era salir pensando de esas cuatro paredes cargadas de carteles, afiches y escraches. Tomar una clase con Casullo era dar vuelta la historia de las ideas del mundo filosófico para tratar de buscar alguna explicación al mundo actual, “pasar a contrapelo el cepillo”, como tantas veces escuché decir en su cátedra. Era de esos pocos docentes que a la profesión la llevan en la sangre, la sienten con el corazón, la viven en cada respiración. No sólo me causó pesar enterarme de su fallecimiento, sino que me sorprendió positivamente el cariño con el que la comunidad académica, sus colegas, y muchos de sus alumnos lo recordamos.
Sólo puedo decir que es uno de esos docentes a los que le estaré agradecida por siempre, porque son de los que hicieron y hacen de Sociales, la facultad que es, con su mística, su pensamiento crítico, su aire de romanticismo. Los que hicieron que la facultad camine a pesar de tener los pies atados por un presupuesto que nunca alcanza, por una estructura que no se sostiene, y que si no fuera por este tipo de docentes no se podría sostener. Pero por sobre todo, porque Casullo nos enseñó a creer en “la imperiosa defensa del lenguaje, en la defensa de la palabra, frente al ácido que significa la gran prensa” (Casullo dixit). Nos enseñó a pensar el mundo desde el costado fisurado, a entrarle a la vida también por sus grietas, a entender que el pensamiento contemporáneo es como la vida: complejo, relativo, fragmentado, difícil, pero no por eso intransitable. Muchas gracias Profesor!



http://www.clarin.com/diario/2008/10/10/sociedad/s-01778257.htm


Aquí copio algunos mails que me llegaron de otros compañeros a través de una lista de otra cátedra de la Facultad de Sociales. Parece que marcó la vida de más de uno con sus clases:


Que noticia de mierda!!!
Gustavo

la verdad que sí
Se siguen muriendo los buenos, y Mendez todavía respira
Analía
Nicolás Casullo falleció hoy. Por la tarde quienes lo estimamos nos encontraremos en la Biblioteca Nacional.
Matias

Desde hace ya un rato leo una y otra vez que anoche murio el profesor Nicolas Casullo y retomo una y otra vez la lectura del anuncio sin querer aceptar esta pérdida. Casi todos los estudiantes de Comunicacion pasamos por sus clases al menos durante un cuatrimeste y otros tomamos tambien sus cursos optativos para disfrutar una vez mas de sus ojos brillantes y su charla atrapante. Huelgan las palabras y abunda la tristeza de espíritu.
No vivo actualmente en Buenos Aires y la biblioteca nacional dista en mis posibilidades pero desde donde estoy lo saludo profesor donde quiera que esté.
Mariana Rodríguez vagaría

Y ENCIMA ERA FANATICO DE RACING!! UN MOSTRO!!! Una verdadera pena perder a este tipo de intelectuales
Benjamín

gran profesor, uno de los teoricos mas fascinante que tuve durante la carrera
Cecilia

Totalmente de acuerdo. Sin duda fue el mejor profesor que tuve. Lo recomendé a cuanta persona pude. Recuerdo los aplausos que con ganas dábamos al final del teórico.
Cursé PCPC como primer materia y me apasionó, lo que me inspiró mucho para seguir cursando.
Un gran dolor, una gran pérdida.
Celeste

viernes, 3 de octubre de 2008

Gracias a la Radio


Rio, me emociono, siento, pregunto. Quiero saber más, pero si es necesario me aguanto antes de volver a preguntar. Pienso, coqueteo, juego, me divierto, me entristezco. Escucho y repregunto. Denuncio, admiro, y me apasiono. Me voy con las canciones, y también vuelvo con ellas. Me canso pero me excito. Subo y bajo. Soy yo, pero en grupo. Voy a contrarreloj, para en realidad terminar haciendo tiempo. Programo, para terminar improvisando. En fin, hacer radio con el corazón es lo más parecido a estar enamorado. Sólo los que alguna vez lo hicieron (y con el corazón) saben de lo que hablo. Son esas cosquillitas en la panza cuando la luz roja se prende cada vez. Es casi orgásmico… arte en estado puro.



lunes, 15 de septiembre de 2008

Puerto Madryn

Esa ciudad tiene, de entre todas las que conocí, el privilegio del amor. Sin que Buenos Aires (mi muy muy muy querida Buenos Aires) se ponga celosa, debo reconocer que me enamoré perdidamente y a primera vista de sus olas caprichosas, de su arena movediza, de sus tortas galesas. En esa ciudad aprendí, y disfruté; amé muchas cosas y renegué también de tantas otras. Pero no me perdí de nada: reí con sus chistes, lloré con su lluvia, recé en sus Iglesias. Y hasta leí sus diarios con ganas de escribirlos.
Nosé que tiene, nunca pude saberlo, y espero no saberlo jamás. Porque estoy segura que quizás sea eso que nose qué es, lo que tanto me atrapó… Igual ya no la extraño. Luego de un intenso verano, volví hace ya unos meses a mi querida, mi muy muy muy querida Buenos Aires, que como siempre me recibió con los brazos bien abiertos. Nosé si volví para quedarme. Pero siempre es reconfortante volver al primer amor.


viernes, 5 de septiembre de 2008

Messis del amor

El amor es como el fútbol: mueve a multitudes, hace latir los corazones, y de vez en cuando también los rompe. Requiere de un entrenamiento constante, y por qué no, de un poco de buena suerte. A veces corremos, a veces nos corren. Y cuando parece que estamos a punto de convertir, se nos escapa la pelota y nos sorprende un contraataque. Nos quedamos boquiabiertos, rogando que el arquero evite lo inevitable.
Tratamos de remontarla, transpiramos la camiseta, la intercambiamos, y la volvemos a transpirar. Cuando no podemos salir a la cancha nos quedamos en el banco de suplentes, esperando ansiosamente que nos den el okey para poder entrar. Y una vez adentro, tenemos hinchada propia: quiénes sino nuestros amigos!!, que ríen y descargan bolsas de papel picado con nuestros goles, y están siempre para bancarnos a muerte en el descenso.. Porque el fútbol es eso, un juego de idas y vueltas, de gambetas, que como en la vida, a veces se gana, a veces se pierde.
Cabeceamos, nos caemos al piso, nos sacan en camilla, nos reponemos, y cuando queremos acordar estamos de nuevo adentro gritando goles que metemos con la mano de Dios. Cometemos faltas, nos sacan amarillas y también alguna roja. Nos juegan sucio, se vende el árbitro, o nos cortamos las piernas si el dopping da positivo. Y cuando parece que estamos ante el gol de nuestra vida, resulta que la banderita inoportuna nos delata adelantados…
Pero por sobre todo, el amor al igual que el fútbol, es un juego en equipo altamente impredecible. Tan, pero tan hermosamente impredecible como esos milagros que ocurren una vez cada tanto y nos sorprenden convirtiendo un GOOOOOOOOOOOOOOOOL en el tercer minuto adicionado. Y nadie, ni siquiera el jugador lo puede creer!! Es ahí cuando la cara se nos pinta con los colores del equipo, nos late el corazón en la garganta, y Dios desde el cielo festeja con nosotros que le hayamos entrado con tantas ganas al centro que nos tiró.

jueves, 4 de septiembre de 2008

BLOGFEST 08

Movida por mi curiosidad periodística – antropológica, ayer me di una vuelta por la BLOGFEST 08, que por lo que entendí, fue la primera fiesta para Bloggers organizada por Clarin, que se hizo en Puerto Madero. Mientras estaba en camino al encuentro, mis prejuicios hablaban en voz baja y decían para mis adentros que, como mucho, me daba 20 minutos ahí adentro. Pero debo reconocer, que una vez más, asomó mi capacidad de asombro.
Fue una experiencia extraña, atípica, para mi escasa experiencia de encuentros virtuales en la vida real. En este caso, la atipicidad estaba dada por la calidez de las personas que allí asistieron, es decir, aquellos que día a día postean sus experiencias, emociones y opiniones en una bitácora que como ésta a veces ni pretende ser leída.
Dueños de Blogs de cocina, diseño, animación, caricaturas, tecnológicos, eróticos, historiográficos, cultura general, literarios, y cambalacheros, fueron algunos de los tantos que asistieron a la fiesta. Personas que se conocían sólo por sus Nicks, pero que compartían la pasión de pasar horas frente a la computadora haciendo catarsis y confesiones de sus vidas y leyendo las ajenas. Hubo trencito (que de a ratos parecía descarrilar de alegría), saladitos ricos, sorteos de camaritas digitales y home theaters, y hasta tarjetitas personales con las direcciones de sus Blogs. Algunos con hasta 6.000 visitas diarias sponsoreados por la cerveza que tiene el sabor del encuentro y que están por cumplir 6 años de vida, y que como todo niño mimado y querido, festejará su cumpleaños con todas las de la ley.
Pero lo que más me sorprendió fue el alcance y las ramificaciones de esta experiencia que empezó como virtual. Los veía y me los imaginaba como almas inquietas tipeando desaforadamente a la luz de un velador en alguna noche de insomnio; o clandestinamente a plena luz del día en el horario de oficina mientras el jefe coquetea con la secretaria. O en casa, en ese momento de ocio que uno se permite para escapar de la insolente rutina. En cualquier lugar que haya una computadora conectada a Internet, cualquier persona puede construir su propio Blog, esta especie de diario íntimo del siglo XXI que se asume una intimidad leído por todos.
Cuando la pequeña Ana Frank escribió exiliada durante dos años su diario íntimo en el escondite que ella y su familia habitaron desde 1942 hasta 1944, jamás habría imaginado que esas líneas iban a dar la vuelta al mundo en forma de libro como testimonio de la monstruosidad nazi contra los judíos en la Alemania de Hitler. Hoy, ya sea por catarsis o por cualquier otra razón, quien quiera puede experimentar lo que es contarle al mundo entero su propia versión sobre la vida. A través de los Blogs, millones de testimonios se sumergen a diario entre lo conmovedor y lo frívolo, y dan la vuelta al mundo y sus satélites en apenas segundos, dejando testimonio escrito de nuestro presente.
Como una góndola de un supermercado chino, uno puede encontrar de todo en ellos: desde un calesitero contando cuál es el criterio con el que elige al nene que se queda con la sortija, hasta la forma en que procrean las ballenas. O mirar los videos más crueles de torturas y muertes filmados en una guerra en algún lejano país, que registraron periodistas de cadenas internacionales de televisión que luego fueron censurados por esas mismas cadenas, y buscan publicarlo como pueden. Es que el Blog tiene la capacidad de nuclear bajo su techo experiencias tan diferentes y complejas que de a ratos se convierte en una atracción que invita al que lee a seguir la brújula del link, en una lectura rápida y salteada, entre un sitio y otro, buscando encontrar siempre cosas nuevas. En un mundo de photoshops que permiten quitarle celulitis a las damas y agregarle pelo a los caballeros, estos espacios indefinibles que emanan a borbotones pueden incluso osar con borrar su propio pasado: en apenas unos instantes se pueden subir y bajar archivos, o borrar comentarios propios y de terceros que no convencen a su creador.
Pero al igual que en la Blogósfera, lo que más se respiraba ayer en la fiesta era la cercanía de la cotidianeidad. Esa paradójica cercanía que se respira en los Blogs entre quien escribe en forma coloquial y quien lee desde el rincón más remoto; ese estar juntos con desconocidos; ese saberse unido a millones de anónimos en el mismo instante en que se escribe y se lee, es quizás la esencia de este entramado de experiencias y conductas. Visto de esa forma, esa indescifrable histeria colectiva entre lo lejano y lo cercano, entre el estar y el huir, no deja de ser otro síntoma de esta inquietante, incomprensible y vertiginosa época.

martes, 26 de agosto de 2008

Renombrar el mundo


Difícilmente haya, para algunos comunicadores, tarea más difícil que renombrar el mundo, cuando ese mundo ya no está y se desecha la idea de abrazar la nostalgia. Es paradójico suponerlo, pero doy fe de que es muy real. Y digo esto porque, así como las palabras están cargadas de sentido y construyen mundos posibles, el acto de renombrar implica en muchas ocasiones vaciar el contenido simbólico de cada palabra y darle simultáneamente un sentido nuevo, una vida nueva, a ella y a nosotros.
Si bien esto es lo que creo que pasa cotidianamente con las palabras (que las reinventamos todo el tiempo), lo extraño y difícil deviene cuando, a través de una operación conciente pretendemos quitarles por la fuerza, justamente toda la fuerza que ellas tienen. Ahí es cuando los diccionarios no alcanzan para definir nada, y las definiciones nunca llegan. Y por más que lleguen, no encontramos las palabras que den cuenta de aquello que antes significaba esa cosa que ya no está. Será cuestión de re-significar cada fragmento del mundo, cada palabra, cada sonrisa. De inventar todo de nuevo. Ya lo decía Cortázar en Rayuela: "el mundo se ha hecho pedazos y hay que nombrarlo de nuevo". Así que si alguien tiene una idea de cómo se hace, les aseguro que más de una Mafalda lo querrá saber.

martes, 20 de mayo de 2008

Imperfectos

Hoy leí en Página 12 una entrevista que le hicieron a Jorge Drexler (qué encanto de hombre!!), en la que el cantante sin caer en una apología de la imperfección hablaba de ella como algo que él se permitía vivir con cierto gozo. Y tiró una frase que alguna vez le habían dicho, y que en mí quedó dando vueltas unos cuantos minutos: “La perfección ofende a los dioses”. Si se me permite el término, y sin intenciones de ofender, podría decir que esa definición me pareció “casi perfecta”, si se tiene en cuenta que lo único perfecto es la divinidad y el hombre es apenas un simple mortal que a veces se pretende Dios.
El punto es que, ¿quién alguna vez no aspiró a la perfección? El mejor trabajo, el mejor vestido, el mejor promedio, el helado más rico, la Internet más rápida. Nos bombardean de todos lados para “ofrecernos” lo mejor, para pedirnos que “demos” lo mejor, que seamos "lo más de lo más", o para que compremos lo mejor. (En este punto habría que definir qué se entiende por mejor, pero ese es otro capítulo, y dependerá de lo que cada uno ponga en juego ahí).

Si bien creo que aspirar a mejorarse es un gesto de salud, el planteo de Drexler me dejó reflexionando: por perfección a veces postergamos, nos paralizamos sin poder avanzar, nos quedamos en el ideal y perdemos de vista lo real, nos volvemos quisquillosos, no nos conformamos con nada, damos lugar a que la bandera de la intolerancia flamee a los cuatro vientos, o que los gatos terminen teniendo quintas patas (sin que ellos siquiera lo sepan, pobres mininos!!).
Miré hacia atrás y vi como muchas veces mis inútiles deseos de perfección me hicieron tropezar infinidad de veces; y cómo cuesta aprender la lección. No obstante, con el tiempo uno aprende a exigir menos (a los demás y a sí mismo), y disfrutar más. La madurez trae consigo permisividad: tratar de ponerse en el lugar del otro, y cuando nos olvidamos de nosotros mismos, volver y ponernos también en nuestros propios lugares.
Con el tiempo uno aprende que no puede saberlo todo, conocerlo todo, explicarlo todo, sentirlo todo, retenerlo todo (o inclusive nada). Somos apenas un pequeñín recorte, una partícula tan diminuta en la inmensidad del universo, que lo que yo pueda sentir, hacer, decir, pensar, es exageradamente ínfimo comparado con el esplendor del universo en su totalidad. Ante tanta inmensidad nos volvemos insignificantes, imperceptibles.. imperfectos.
La frase que trajo Drexler me pareció colmada de sabiduría. Aceptar la imperfección como parte de la condición humana es también aprender a reconciliarse con uno mismo, con las cosas que menos orgullo nos causan y que están ahí para recordarnos a cada momento que nuestro crecimiento depende, también, en parte de ellas. Y que gracias a Dios, no somos dioses.

Aquí el link de la nota:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/3-10115-2008-05-20.html



Por cierto, esta semana el encanto se presenta en el Gran Rex. Allí estaremos para cantar sus canciones !! Qué placeeeer!!!!


miércoles, 7 de mayo de 2008

Un acto de amor

El último fin de semana leí el libro “Historias de diván. Ocho relatos de vida”, del mediático psicoanalista argentino Gabriel Rolón. El libro relata historias de pacientes suyos que a lo largo del tratamiento psicoanalítico van encontrando los orígenes de sus malestares, explicaciones a angustias presentes que provienen de situaciones pasadas e inconscientes, y que se actualizan en cada elección actual. El autor recrea, con autorización de los pacientes y reserva de sus identidades, los diálogos –por momentos dolorosos, viscerales, humanos- que van surgiendo en cada entrevista.
Me pareció sumamente ágil, atrapante. Uno parecía estar ahí, presenciando las sesiones. Sintiendo lo que puede sentir el protagonista, deseando no estar en sus zapatos. Y puede, también de a ratos, identificarse con varios de ellos, porque en el fondo no dejan de ser vivencias de lo cotidiano nucleadas bajo denominadores comunes: el miedo, los celos, los duelos, la culpa, el sexo, la muerte, etc.
Me hizo acordar mucho a otro libro que leí hace unos años de otro psicoanalista, esta vez norteamericano. Se trata de “Verdugo del amor. Historias de psicoterapia”, de Irvin Yalom, el mismo autor de “El día que Nietzsche lloró”. Son, por supuesto, historias diferentes, pero que narran también la experiencia de personas que recurren al consultorio de Yalom para encontrarse a sí mismas. Tampoco tiene desperdicio.
Volviendo a Rolón, lo que más me gustó de su libro fue lo impredecible de cada historia, la intriga que se asomaba en cada relato, ese final que en cada caso era imposible anticipar. Pero lo que más profundamente me impactó fue la fortaleza espiritual de quienes, sabiéndose angustiados, buscaron en el psicoanálisis una herramienta más para superar aquello que tanto dolor les causaba, sin parar hasta enfrentarse cara a cara con sus más reprimidos recuerdos.
Les dejo unas palabras escritas por el autor en la introducción del libro que sintetizan, a mi entender, el espíritu de la obra: “Esta historia, a modo de metáfora, representa la batalla que, creo, debe librar cada paciente. La de vencer sus miedos, sus creencias y sus prejuicios para adentrarse en su infierno individual, con sus propias reglas, con sus fuegos eternos, sus pantanos y sus tormentos. Impulsado, también en este caso por el amor. Porque el psicoanálisis es, antes que nada, un acto de amor”.

Escribir

Escribir, ese intraducible recurso que nos queda cuando ya no queda nada. Ese coqueteo entre palabras y catarsis que no se anima a decir lo que quisiera decir; que dice como puede lo que no sabe si puede decir. Coqueteo. Catarsis. Y esa mezcla de indecible.
Así es como imagino que viven algunos escritores su experiencia con la literatura. Imagino, fantaseo, muchísimas cosas más entre el escritor y su prosa. Pero ésto, creo que es lo que más me conmueve, quizás porque es lo que ahora mismo me pasa; y lo que muchas veces me pasó. Por eso decidí reabrir este blog. Abrirme de nuevo, invitarlos a conocerme. Bienvenidos nuevamente, después de casi un año sin postear!