domingo, 13 de septiembre de 2009

Los Solos

Últimamente fui testigo de varios solos. Se los puede ver en la mesa de al lado de un café, en la cola de espera de un pago fácil, en el banco de una plaza. Caminan sin camino, viven sin vida, y respiran el desaire. A veces me dan ganas de pellizcarlos para descubrir si son de verdad, o si simplemente parecen ser algo que no son.

Lo curioso es que de tanto en tanto, los solos se agrupan. Resulta incierto verlos reunidos en eventos sociales, festejando un cumpleaños, un fin de año, un asado. Crecen y se multiplican por todos lados, y dicen los que dicen saber, que son un fenómeno propio de estos tiempos caprichosos y vertiginosos, y de las ciudades tumultosas y alienadas.

Los solos más osados, a veces también conviven. Algunos alegan razones económicas, otros quizás lo hacen simplemente por costumbre, pero lo cierto es que en muchas ocasiones llevan encima años de silencios y soledades. Desde afuera se ve muy extraño. Pero seguramente sólo un solo debe saber lo que es estar verdaderamente solo.