Antes tiraba la moneda más seguido. Ahora, en cambio, suelo tomar mis decisiones en términos de justicia: cuando no sé por qué opciones decidirme, priorizo la opción que me parece más justa, aún sabiendo que quizás sea injusta porque no logra satisfacer mis deseos de justicia en su totalidad. Esta fórmula, que me ha aliviado de grandes conflictos en diferentes ámbitos de mi vida, entró en crisis esta mañana cuando me pregunté si es justo extrañar.
¿Qué se extraña cuando se extraña? ¿Personas, reacciones, momentos, ausencias, el pasillo de algún edificio, fotos? ¿Todo eso o la nada misma porque ya no queda nada de eso que alguna vez fue algo? ¿Por qué hay que extrañar? ¿Es necesario? ¿Todos extrañamos? ¿Por qué a veces no extrañamos y a veces si? Nosé a quién zamarrear del cuello de la camisa para que me responda lo que quiero saber: si a la justicia, si al verbo extrañar, o a mi misma que hago este tipo de preguntas, que injustamente nosé si tienen respuestas.
viernes, 2 de febrero de 2007
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